El proceso constituyente es una conquista de las chilenas y los chilenos que frente a la desigualdad y el abuso de poder, salieron a las calles a demandar un país más democrático, más justo y con plena garantía a los derechos humanos. La ciudadanía es hoy un actor irremplazable para la construcción de ese futuro a partir del proceso constituyente que se inicia con el plebiscito fijado para el 25 de Octubre.
La crisis sanitaria ha profundizado y hecho visible la desprotección en que viven millones de compatriotas frente al modelo político y económico actual. También ha confirmado la necesidad avanzar hacia una democracia con mayor participación y rendición de cuentas. En el centro de la democracia están las personas y el reconocimiento de igual dignidad. El actual marco constitucional restringe la capacidad de la sociedad de protegerse, de proteger sus recursos y de proteger el presente y el futuro de sus hijos e hijas.
En este contexto de crisis, social, política, sanitaria y económica, los y las chilenas requieren certezas y una de ellas es la realización del plebiscito en el mes de octubre. Sin embargo, hay sectores que han deslizado la idea de posponer nuevamente el proceso constituyente, ya sea modificando su calendario o, incluso, suspendiendo el plebiscito de entrada y pasando directamente a la integración del mecanismo constituyente. Ello sólo agravaría la crisis y/o despojaría al proceso constitucional de toda legitimidad, dado que es en ese plebiscito donde el pueblo mandata la generación de una nueva carta fundamental y el mecanismo a través del cuál se realizará.
Con la finalidad de asegurar la realización del plebiscito, los abajo firmantes queremos invitar a debatir mecanismos que garanticen la seguridad sanitaria de la población para el referéndum constitucional y, de ser necesario, para los procesos electorales posteriores. Es urgente e importante dar una señal clara y sin ambigüedades sobre la voluntad política de todos los actores para llevar adelante, en las mejores condiciones, un plebiscito seguro. Para esto es crucial una posición común que no permita poner en duda, ni la realización del proceso,ni menos el compromiso democrático de las y los chilenos con el.
Invitamos a todas las fuerzas políticas a conformar un gran frente común para fortalecer la democracia y asegurar el proceso constituyente, bajo la convicción que ninguna fuerza instituida, por sí sola, puede representar y defender esa conquista sin la unidad de acción, que más allá de cualquier diferencia, ganaron las chilenas y chilenos en las calles. Proponemos siete puntos de encuentro, que creemos consistentes con la tradición electoral, la cultura política y el imaginario democrático del pueblo chileno, y que, al mismo tiempo, hacen que el acto de votar sea compatible con el resguardo de la seguridad y la eficacia del gasto público en tiempos de necesidad. Chile necesita enfrentar el virus y sus consecuencias económicas, e igualmente, recuperar la confianza en sus instituciones, en su democracia y en la capacidad de resolver democráticamente los conflictos. Todos esos objetivos tienen costos, y el país tiene la capacidad para abordarlos.
1. Más tiempo para votar
Seguir postergando calendarios electorales cuando lo que sabemos es que, sin vacuna efectiva, el proceso recuperación de la normalidad será largo y con rebrotes, es una forma de dilatar una solución urgente, aunque esta sea del desagrado de una minoría.
La cultura electoral chilena es de voto presencial, y en nuestra historia el voto con cédula única es un símbolo del triunfo de la igualdad del voto, tal como fuera el voto femenino o la recuperación de registros electorales transparentes para el plebiscito de 1988. Es por esto que privilegiar fórmulas que respeten la presencialidad del acto electoral es importante.
Mantener la fecha y la presencialidad es posible si extendemos los días de votación a entre 3 a 4 Días, permitiendo que las personas asistan a votar por turnos, según Rut u otro factor de segmentación. Esto permitirá disminuir aglomeraciones y filas. Este mecanismo debe, con todo, asegurar la cadena de custodia y seguridad de los votos emitidos, ya sea mediante recuentos parciales o mediante resguardo transparente y público. Sumado a lo anterior, se podrían aumentar el número de locales, permitiendo una menor distancia entre lugar de residencia y centros de votación, por tanto, menores desplazamientos.
Para lograr esto y no aumentar excesivamente los costos, se podría disminuir el número de mesas, mediante la fusión de ellas, de tal forma que se logre el equilibrio entre número de días, afluencia ordenada y gasto en el proceso.
Con todo, el país tiene la inteligencia, recursos, tecnología y tradición suficiente para lograr que la suma de diferir afluencia, aumentar locales y ajustar mesas permita el justo equilibrio entre seguridad, economía procedimental y la mantención del calendario constitucional y electoral.
El análisis comparado de procesos puede permitirnos encontrar otras formas y acciones que ayudarían en estos objetivos. Como ejemplo, ver informes emitidos por IDEA Internacional [1]; Naciones Unidas[2]; la Comisión Electoral Neozelandesa[3]; El Instituno Nacional Electoral Mexicano[4]; o, en Chile, el Informe de Espacio Público o la UDP.
2. Lugares de votación más seguros
Junto al espaciamiento de fechas, se deben tomar medidas de protección de la salud en los lugares de votación para ayudar a mantener a todos a salvo. Ello debiera ser acompañado por medidas que faciliten el traslado de los/las votantes en transporte público sin costo los días de votación, evitando las aglomeraciones en los trayectos hacia los locales de votación y promoviendo la participación.
En esta dirección proponemos tomar en consideración las recomendaciones que sobre este aspecto han hecho organismos internacionales, por ejemplo, las que hace el IIDH en su documento “Consideraciones para el establecimiento de un protocolo para la celebración de elecciones en un Contexto de emergencia sanitaria” [5]
3. Campaña Electoral Segura
Promover, en todos los comandos y grupos de campaña, la priorización de estrategias, técnicas y metodologías de campaña sin contacto, privilegiando el uso de tecnologías electrónicas, mensajería, redes sociales y medios de comunicación masiva para realizar la campaña electoral, los discursos y debates.
De igual forma, y para el plebiscito de octubre, proponemos alargar el período de franja electoral al 26 de agosto, para que inicie en conjunto con la campaña electoral.
4. Campaña Intensiva de Formación Ciudadana y Electoral
Cambiar la forma en que nuestro país sufraga no es sólo un problema logístico o económico, es también un problema de cultura política y de educación para la democracia. Todo esfuerzo de cambio, sobre todo de esta magnitud, requiere un compromiso de quienes participan, desde cualquier rol, para fortalecer y difundir la importancia del proceso para la democracia y la necesidad de implementar estos cambios para fortalecerla.
En el caso particular del plebiscito de entrada del proceso constituyente, planificado para el 25 de octubre, y dado que las opciones en competencia son 2, debiera incluirse dentro del tiempo asignado a la franja, que ya propusimos adelantar, se destine un 20% de aquel para educar acerca de los cambios al proceso y el procedimiento. Cabe destacar que lo que hemos propuesto en los puntos anteriores es un mecanismo que provoca pocos cambios en la experiencia de votar por parte del elector, por lo que se adecua de mejor manera a la tradición y cultura electoral de nuestro país. Sin perjuicio de esto, todo cambio requiere ser muy bien comunicado, difundido masivamente y contar con el apoyo de todos los medios de comunicación que, esperamos, den debida cuenta del rol público que cumplen, sobre todo aquellos que hacen uso de bienes públicos como es, por ejemplo, el espacio radioeléctrico. (Radio, TV, Telecomunicaciones)
5. Voto Especial para Tercera Edad y para quienes no Pueden Salir
Estudiar la posibilidad de mecanismos de voto asistido, urnas especiales para personas que sufran medidas de confinamiento o privación de libertad, o pertenezcan a grupos vulnerables o con capacidades diferentes.
Por ahora creemos necesario descartar el voto electrónico debido a las dudas que genera su implementación, así como la conservación de la seguridad, inviolabilidad y secreto del voto. Todo sistema electoral se basa en un principio de confianza en los resultados que debe ser resguardado.
6. Voto desde el extranjero
Elaborar protocolos equivalentes para asegurar la participación de los y las chilenas en el Extranjero
7. Eficiencia del Gasto
Se debe tener una preocupación especial porque tanto los protocolos de funcionamiento, así como los cambios de la extensión del plazo para sufragar, u otros en el sistema logístico electoral se hagan al menor y más eficiente costo posible.
Hacemos esta propuesta de implementación pues, si bien pudiera irrogar mayor gasto, creemos que es mucho mayor el precio que pagaría nuestra sociedad y nuestra ya averiada institucionalidad democrática en caso de desvirtuar el proceso constituyente.
[1] Ver informe emitido por Idea Internacional en https://www.idea.int/publications/catalogue/elections-and-covid-19?lang=es
[2] Disponible en https://www.undp.org/content/dam/chile/docs/gobernabilidad/undp_cl_gobernabilidad-texto-Guia-Buenas-Practicas-Elec.pdf
[3] Disponible en https://vote.nz/covid-19/covid-19/
[4] https://www.iidh.ed.cr/capel/media/1676/elecciones-en-el-mundo-en-tiempos-del-covid-19.pdf
[5] Disponible en https://www.iidh.ed.cr/capel/media/1652/fasc%C3%ADculo-1-consideraciones-para-el-establecimiento-de-un-protocolo-para-celebraci%C3%B3n-de-elecciones-en-el-contexto-de-una-crisis-sanitaria.pdf